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A la hora de construir o renovar un edificio llega siempre el momento de elegir los azulejos, piezas fabricadas con un material resistente al desgaste como la cerámica, la piedra, el metal o incluso el vidrio que suelen utilizarse para aislar terrazas, suelos, paredes duchas y otros elementos como las encimeras.

Al mismo tiempo, cada vez resulta más importante la conservación del medio ambiente y los recursos naturales. Además los consumidores son cada vez más conscientes de la importancia de proteger el medio ambiente. La industria dedicada a los azulejos cerámicos se ha ocupado durante los últimos diez años, sobre todo en Europa, de la adopción de un método integrado que conduzca a la sostenibilidad y que evite la contaminación del medio ambiente, reduzca el consumo de recursos y dé servicio a las demandas de los nuevos consumidores.
En consonancia con la estrategia europea destinada a reducir el consumo energético primario anual en un 20 % para 2020 y lograr un uso más sostenible de los recursos renovables, investigadores del Instituto Fraunhofer de Mecánica de los Materiales (IWMH) han creado un azulejo orgánico innovador. Estos azulejos poseen una mayor eficiencia que los cerámicos en lo que se refiere a recursos y permiten desarrollar nuevos diseños creativos. Los bioplásticos compuestos por ácido poliláctico (PLA) son cada vez más resistentes al calor y ya se pueden emplear en procesos de relleno a alta temperatura también en la industria de la alimentación.
Pero, ¿qué los convierte en un producto biológico? Los azulejos están compuestos de una mezcla epoxi de aceite de linaza, distintas fibras naturales y una tierra de diatomeas, un material procedente de diatomeas fosilizadas. Los sistemas de azulejos basados en medios biológicos como los diseñados por el IWMH, sito en Halle (Alemania), son más respetuosos con el medio ambiente, más ligeros y, en función de las propiedades de los materiales empleados en su fabricación y las del propio proceso de fabricación, más eficientes desde el punto de vista de los recursos y la energía que los materiales cerámicos convencionales.

«El compuesto no es tan duro como el vidrio ni quebradizo como los epoxi convencionales sino flexible y maleable. Estas características permiten que sea más fácil trabajar con ellos», según explicó Andreas Krombholz, científico de la división de compuestos naturales del IWMH, en relación a las ventajas adicionales de este material.

Permite además adoptar nuevos enfoques arquitectónicos. Durante el proceso de moldeo se les puede dar la forma que precise el cliente, por ejemplo en forma de cuadrados, triángulos o círculos.

Incluso se les puede dotar de color y formas a voluntad. Otra ventaja que ofrecen desde el punto de vista del diseño es la posibilidad de añadir pigmentos fluorescentes a la mezcla, generando azulejos emisores de luz. Esto implica que pueden utilizarse tanto en interiores como en exteriores a modo de guía iluminada en suelos y muros. Los mismos bioazulejos pueden instalarse en cocinas y baños y utilizarse para alicatar suelos. Además permiten ahorrar dinero tanto al productor como a los consumidores debido a que los azulejos tienen la capacidad de amortiguar el ruido por sí mismos y por tanto se elimina un paso del proceso de producción.
Además, la industria del embalaje utiliza cada vez más los biopolímeros fabricados con PLA como una alternativa respetuosa con el medio ambiente al plástico derivado del petróleo. Estos materiales se obtienen a partir del almidón del maíz y son completamente biodegradables. Hasta ahora los PLA comenzaban a perder rigidez a los sesenta grados centígrados, característica que impedía su utilización en procesos que se llevan a cabo a temperaturas altas. Ahora, un equipo de investigadores del Instituto Fraunhofer de Investigación Aplicada sobre Polímeros (IAP) ha descubierto una forma de lograr que este bioplástico aumente su resistencia al calor. Se ha encontrado una aplicación interesante en la industria de la alimentación, concretamente en el proceso de llenado de los vasos de yogur, que se realiza a temperaturas elevadas. Si se fabrican con complejos PLA estéreo, los vasos mantienen su forma y permanecen estables incluso a temperaturas que alcanzan los ciento veinte grados centígrados. El Dr. Johannes Ganster, director de división en IAP, explicó el principio en el que se basa esta tecnología: «Para lograr que los plásticos PLA sean más estables a temperaturas elevadas introdujimos complejos estéreo con componentes especiales de lactidas L y D. Estas moléculas que rotan a izquierda y a derecha se complementan mutuamente y logran que los enlaces sean aún más estables.»
Distintas empresas grandes han manifestado su interés en la tecnología debido a su enorme potencial. La producción de biopolímeros compuestos de PLA no se ve afectada por la cada vez mayor escasez de petróleo. Además se pueden convertir en compost y resultan ideales para su reciclaje por descomposición en ácido láctico. La mayor ventaja que presentan es el ser tan duraderos y sólidos como cualquier otro plástico derivado del petróleo e incluso pueden utilizarse para fabricar distintos productos como películas protectoras, carcasas de ordenadores y bolsas de la compra, lo que permite dar un paso más hacia la bioeconomía sostenible que busca Europa.

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